Nací en este mundo sin saber por qué
y como Quijote alocado me lancé
a la búsqueda de respuestas
sin medir consecuencias.
Ataqué a los molinos de viento
seguro de vencer y como mi predecesor
rompí mi lanza, mi escudo
y mi cuerpo contra ellos.
Una vez que me hallaba vencido
y burlado en el suelo, roto en mil pedazos
se acercó a mí un niño pequeño.
Venía descalzo, vestido con una túnica
y solo portaba una rosa en sus manos.
Dulcemente me sonrió,
extendió su brazo hacia mí
y ofreció regalarme el tesoro que guardaba.
Tomé la flor y él se quedó las espinas.
Como el polen llevado por el viento
se desvaneció de mi vista.
Lloré su partida y mientras lloraba
el perfume de la rosa inundó mi alma,
curó mis llagas.
Aún dolido me levanté del piso.
Vi mi cuerpo abatido,
completamente restituido,
con cicatrices, aún quedaban.
Entonces alcé mí vista al firmamento,
buscando aquel niño, mi consuelo,
mis ojos se encontraron
con la luz que venía del Cielo.
Cegado por la belleza de semejante destello
cubrí mis ojos para protegerlos
y comprendí que no estaba listo para seguirlo.
Entonces me volví al suelo,
tome mis armas: mi escudo, mi lanza y mi espada.
Las eché a mi hombro y partí en busca de mi destino,
esperando un día, ser digno de encontrar a ese niño.
muy emotivo, Gracias por compartirlo con nosotros!
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Muchas gracias a vos por pasar siempre. Me alegro que te haya gustado 🙂
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Sabes llegar al corazón, eso es perfecto.
Saludos amigo
Me encantó leerte
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Muchas gracias amiga. Esta dedicado a mi hermano que ya no esta en este mundo. Abrazo.
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Lo siento mucho Gustavo,
Has hecho excelente, porque es un homenaje para él que sin duda alguna sigue viviendo dentro dé tu corazón.
Y eso es maravilloso.
Un abrazo grande mi amigo
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Te agradezco mucho tus palabras. Un abrazo.
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