Espero con ansias
la llegada de mi amiga.
La conozco desde pequeño,
y aunque al comienzo le tuve miedo
luego se lo perdí a medida
que la iba conociendo.
Ella vendrá a mi lado
aunque no sé el momento.
Aparecerá repentinamente
y en silencio como la neblina
una mañana de invierno.
Por sobre detrás de mi hombro
susurrará mi nombre al oído
y con esto logrará arrancarme
una sonrisa de alivio
al saber que ha venido por mí.
Tomará mi mano cansada
por el tiempo de tanto esperarla
y me ayudará a levantar
mi cuerpo viejo de mi asiento
para encaminarme junto a ella
hacia la puerta a otro universo.
Una vez en el umbral limará
los barrotes de la celda de mi alma
para dejarme libre.
Así podré finalmente extender
mis alas y volar a casa.
🙂
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🙂
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Supongo que te refieres a la muerte. Es bueno no temerle, inevitablemente todos la conoceremos algún día.
Saludos Gustavo.
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Si, justamente hablo de la muerte. Si, es bueno no temerle, pero a veces solo se aprende de la forma dura, aunque pasa ser una experiencia muy valiosa. Saludos.
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Sí, a veces la conoces de la peor manera y le tomas miedo. Pero es bueno hacer las paces con ella y vivir, vivir intensamente.
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Si, exactamente.
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