Somos náufragos,
nuestra balsa es el mundo,
nuestro océano el cosmos.
Somos náufragos,
he inventamos un amigo para no sentirnos solos
y lo llamamos Dios.
Somos náufragos,
que buscamos volver a casa sin recordar
que somos polvo de estrellas
y que en polvo de estrellas nos convertiremos.
Somos náufragos,
que cuando arrecia la tormenta sobre nuestra pequeña balsa
alzamos la vista e increpamos a Dios preguntándole ¿por qué?
Y él calla, siempre calla,
porque como náufragos que somos,
nos olvidamos que nuestro amigo es imaginario.