Palabras hambrientas,
palabras sedientas.
Palabras voraces
devorando palabras.
Palabras sin palabras
de las cuales alimentarse.
Palabras autofagocitándose,
solo para tener algo que comer.
Esas palabras que engulleron mis días,
se atragantaron con mis años,
y regurgitaron mi existencia;
son las palabras
que hoy alimentan mí vida.